domingo, 23 de octubre de 2011

UN POCO DE HUMOR


CUENTOS POPULARES ESPAÑOLES


EL CAPELLÁN Y EL PALOMINO

Cuento popular recogido por Juan de Timoneda (S. XVI) en su libro «Sobremesa y alivio de caminantes» (Cuento LXXII)

Francisco J. Briz Hidalgo
Un capellán estaba comiendo en la posada de una aldea un palomino asado cuando entró un caminante y pidió al posadero que le diese algo de comer.
El posadero le contestó que lo único que le quedaba era un palomino y ya se lo había preparado al capellán.
Entonces el caminante rogó al capellán que compartiese con él la comida y que la pagarían a medias, pero el capellán se negó y continuó comiendo.
El caminante sólo tomó pan y vino. Cuando el capellán terminó de comer le dijo:
- Habéis de saber, reverendo, que aunque no hayáis aceptado compartir conmigo la comida, el palomino nos lo hemos comido entre los dos, vos con el sabor y yo con el olor.
Respondió el capellán:
- Si eso es así, tendréis que pagar vuestra parte del palomino.
Comenzaron a discutir y como el sacristán de la aldea estaba en la posada le pidieron que actuara como juez en la disputa.
El sacristán le preguntó al capellán cuánto le había costado el palomino. Contestó que un real. Mandó al caminante que sacase medio real y lo dejó caer sobre la mesa haciéndolo sonar y le dijo al capellán:
- Reverendo, con el sonido de esta moneda tened por pagado el olor del palomino.
Dijo entonces uno de los huéspedes de la posada:
- A buen capellán, mejor sacristán.

lunes, 17 de octubre de 2011

EL DIA DE LA HISPANIDAD

Esta es una muestra de los murales realizados por los alumnos de infantil y primaria para celebrar "el día de la Hispanidad".

domingo, 16 de octubre de 2011

UN POCO DE HUMOR



CUENTOS POPULARES ESPAÑOLES


EL CALDERERO DE SALAMANCA

Francisco J. Briz Hidalgo
Un calderero muy pobre vivía con su mujer y sus cuatro hijos, en una humilde casa de una aldea de Salamanca. En un rincón de su pequeño huerto, había un tocón que el calderero utilizaba como yunque para elaborar sus cacharros.
Una noche, soñó que si iba al puente de Salamanca encontraría una bolsa de monedas de oro.
Al día siguiente, se despidió de su mujer e hijos y emprendió viaje a Salamanca. Al cabo de dos días llegó a Salamanca y empezó a buscar por todos los rincones del puente de piedra.
Durante días, buscó y buscó, sin hallar nada, hasta caer desfallecido. Al décimo día, un vendedor que siempre montaba su tienda ambulante en las inmediaciones del puente le preguntó qué hacía allí. Cuando el calderero le contó su sueño, el vendedor le dijo:
- ¡Estáis loco! Yo sueño todas las noches con una bolsa de monedas de oro que está enterrada bajo el tocón del huerto de un calderero de una aldea de Salamanca pero no por eso voy a ir a buscarla.
Volvió el calderero a su casa, cavó bajo el tocón y allí encontró una bolsa llena de monedas de oro con la que vivió sin preocupaciones, con toda su familia, el resto de su vida.

jueves, 13 de octubre de 2011

MI BIBLIOTECA

MIRIAM NOS HABLA DE:
"REYES, DIOSES Y ESPÍRITUS"

Es un libro sobre la mitología africana que tiene historias y cuentos muy divertidos.
Recomiendo sobre todo "El principe de la luna", "El asiento de oro" y "Reyes y reinos".
Este último es muy interesante.
¡¡¡Espero que os guste!!! :-)

miércoles, 12 de octubre de 2011

¡QUE NO SE TE OLVIDE!

Este viernes tenemos examen de Lengua.
Estudia el tema 2 y no lo dejes para el último día.
Habrá una lectura con preguntas. Lee con cuidado y responde correctamente.
Seguro que os sale muy bien.

martes, 11 de octubre de 2011

domingo, 9 de octubre de 2011

MI BIBLIOTECA


Manolito Gafotas 
(resúmen de Akram Tamini) 


Había una vez un niño que se llamaba Manolito. Era el ultimo mono. Sus amigos eran
Susana, Orejones y Yhiad. Su abuelo se llamaba Nicolas. Manolito queria ser rey , yhiad le dijo que no podía serlo por las gafas.
El abuelo celebraba su  cumpleaños y  no le gustaba invitar a los viejos, Manolito invitó a sus amigos y a sus abuelos.
Y todos se fueron al parque y ese dia fué el mejor día de Manolito. 

un comic para todos



CUENTOS POPULARES ESPAÑOLES


CUENTOS POPULARES ESPAÑOLES

EL ABAD Y LOS TRES ENIGMAS

Francisco J. Briz Hidalgo
Esto era una vez un viejo monasterio, situado en el centro de un enorme y frondoso bosque, en el que vivían muchos frailes. Cada fraile tenía una misión diferente. Así había un fraile portero, otro médico, otro cocinero, otro bibliotecario, otro pastor, otro jardinero, otro hortelano, otro maestro, otro boticario. Es decir, había un fraile para cada cosa y todos llevaban una vida monástica entregada al estudio y a la oración. Como en todos los monasterios, el fraile que más mandaba era el abad.
Se cuenta que había llegado a oídos del Señor Obispo de aquella región que el abad del monasterio era un poco tonto y no estaba a la altura de su cargo.
Para comprobar las habladurías de la gente le hizo llamar y le dio un año de plazo para que resolviera los tres enigmas siguientes:
1º) Si yo quisiera dar la vuelta al mundo, ¿cuánto tardaría?
2º) Si yo quisiera venderme, ¿cuánto valdría?
3º) ¿Qué cosa estoy yo pensando que no es verdad?
El abad regresó al monasterio y se sentó en su despacho a pensar y pensar, y pensó tanto que por las orejas le salía humo. Se pasaba todo el día pensando, pero no se le ocurría nada; pensar sólo le daba un fuerte dolor de cabeza. Hasta entró en la biblioteca del monasterio por primera vez en su vida para buscar y rebuscar en los libros las soluciones y las respuestas que necesitaba.
Pasaba el tiempo sin que el abad resolviera los enigmas que le había planteado el Señor Obispo. Cuando ya quedaban pocos días para que se cumpliera el año de plazo salió a pasear por el bosque y se sentó desesperado debajo de un árbol.
Un joven y humilde fraile pastor que estaba cuidando las ovejas del monasterio le oyó lamentarse y le preguntó qué le ocurría. El abad le contó la entrevista con el Señor Obispo y los tres enigmas que le había planteado para probar sus conocimientos. El frailecillo le dijo que no se preocupara más porque él sabría como contestar al Señor Obispo. Así que, el mismo día que se terminaba el año de plazo, se presentó el joven fraile ante el Señor Obispo disfrazado con el hábito del abad y la cabeza cubierta con la capucha para que el Obispo no pudiera reconocerlo.
Después de recibirlo, el Señor Obispo quiso saber las respuestas a sus enigmas y volvió a plantear al falso abad la primera pregunta:
- Si yo quisiera dar la vuelta al mundo... ¿cuánto tardaría?
- Si Su Ilustrísima caminara tan deprisa como el sol -contestó rápidamente el frailecillo- sólo tardaría veinticuatro horas.
El Obispo después de pensarlo un rato quedó satisfecho con la respuesta, así que pasó a la segunda pregunta:
- Si yo quisiera venderme... ¿cuánto valdría?
El frailecillo respondió sin dudarlo:
- Quince monedas de plata.
Cuando el Obispo oyó esta respuesta preguntó:
- ¿Por qué quince monedas?
- Porque a Jesucristo lo vendieron por treinta monedas de plata y es lógico pensar que Su Ilustrísima valga sólo la mitad.
Le iban convenciendo al Señor Obispo las respuestas de aquel abad y empezaba a pensar que no era tan tonto como le habían dicho.
Entonces realizó la tercera y última pregunta:
- ¿Qué cosa estoy yo pensando que no es verdad?
- Su Ilustrísima piensa que yo soy el abad del monasterio cuando en realidad sólo soy el fraile que cuida de las ovejas.
Entonces el Obispo, dándose cuenta de la inteligencia de aquel joven fraile, decidió que el frailecillo ocupara el cargo de abad y que el abad se encargara de las ovejas.
Y colorín, colorado este cuento se ha acabado, si quieres que te lo cuente otra vez cierra los ojos y cuenta hasta tres.

lunes, 3 de octubre de 2011

domingo, 2 de octubre de 2011

cómic para todos


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EL ABUELO, EL NIETO Y EL BURRO Francisco J. Briz Hidalgo



Un abuelo y su nieto salieron de viaje con un burro. El nieto había pasado las vacaciones con su abuelo y ahora volvía a casa de sus padres para empezar nuevamente el colegio. A ratos, el abuelo o el nieto se subían al burro y así iban haciendo el viaje más cómodo.

El primer día de viaje llegaron a un pueblo. En ese momento el abuelo iba sentado sobre el burro y el nieto iba caminando al lado.
Al pasar por la calle principal del pueblo algunas personas se enfadaron cuando vieron al viejo sobre el burro y al niño caminando. Decían:
- ¡Parece mentira! ¡Qué viejo tan egoísta! Va montado en el burro y el pobre niño a pie.

Al salir del pueblo, el abuelo se bajó del burro. Llegaron a otro pueblo. Como iban caminando los dos junto al burro, un grupo de muchachos se rió de ellos, diciendo:
- ¡Qué par de tontos! Tienen un burro y, en lugar de montarse, van los dos andando.
Salieron del pueblo, el abuelo subió al niño al burro y continuaron el viaje.

Al llegar a otra aldea, la gente exclamó escandalizada:
- ¡Qué niño más maleducado! ¡Qué poco respeto! Va montado en el burro y el pobre viejo caminando a su lado.

En las afueras de la aldea, el abuelo y el nieto se subieron los dos al burro. Pasaron junto a un grupo de campesinos y éstos les gritaron:
- ¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tenéis corazón? ¡Vais a reventar al pobre animal!

El anciano y el niño se cargaron al burro sobre sus hombros. De este modo llegaron al siguiente pueblo. La gente acudió de todas partes. Con grandes risotadas los pueblerinos se burlaban diciendo:
- ¡Qué par de tontos! Nunca hemos visto gente tan tonta. Tienen un burro y, en lugar de montarse, lo llevan a cuestas.

Al salir del pueblo, el abuelo después de pensar un buen rato le dijo a su nieto:
- Ya ves que hay que tener opinión propia y no hacer mucho caso de lo que diga la gente.